Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma.
Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma.
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.
Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma.
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes,
y hacia todas partes voy:
arte soy entre las artes,
en los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
de las yerbas y las flores,
y de mortales engaños,
y de sublimes dolores.
Yo he visto en la noche oscura
llover sobre mi cabeza
los rayos de lumbre pura
de la divina belleza.
Alas nacer vi en los hombros
de las mujeres hermosas:
y salir de los escombros
volando las mariposas.
He visto vivir a un hombre
con el puñal al costado,
sin decir jamás el nombre
de aquella que lo ha matado.
Yo he puesto la mano osada,
de horror y júbilo yerta,
sobre la estrella apagada
que cayó frente a mi puerta.
Con los pobres de la tierra,
quiero yo mi suerte echar,
Con los pobres de la tierra,
quiero yo mi suerte echar,
el arroyo de la sierra
me complace más
|
Rápida, como un reflejo,
dos veces vi el alma, dos:
cuando murió el pobre viejo,
cuando ella me dijo adiós.
Temblé
una vez –en la reja,
a la entrada de la viña.—
cuando la bárbara abeja
picó en la frente a mi niña.
Gocé una vez, de tal suerte
que gocé cual nunca: --cuando
la sentencia de mi muerte
leyó el alcalde llorando.
Oigo un suspiro, a través
de las tierras y la mar,
y no es un suspiro, --es
que mi hijo va a despertar
Yo sé las historias viejas
del hombre y de sus rencillas,
y prefiero las abejas
colando en las campanillas.
Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno,
y morir en su guarida
la víbora del veneno.
Yo sé bien que cuando el mundo
cede, lívido, al descanso,
sobre el silencio profundo
murmura el arroyo manso.
Yo he puesto la mano osada
de horror y júbilo yerta,
sobre la estrella apagada
que cayó frente a mi puerta.
Todo es hermoso y constante,
todo es música y razón,
y todo, como el diamante,
antes que luz es carbón.
Si dicen que del joyero
tome la joya mejor
tomo a un amigo sincero
y pongo a un lado el amor.
Cultivo una
rosa blanca
en junio como enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo;
cultivo la rosa blanca
|
Oculto en mi pecho bravo
la pena que me lo hiere:
el hijo de un pueblo esclavo
vive por él, calla, y muere.
Yo quiero, cuando me muera
sin patria, pero sin amo,
tener en mi tumba un ramo
de flores…. ¡y una bandera!
Yo quiero, cuando me muera
sin patria, pero sin amo,
Yo quiero, cuando me muera
sin patria, pero sin amo,
tener en mi tumba un ramo
de flores…. ¡y una bandera!
Yo sé
que el necio se entierra
con gran lujo y con gran llanto,
y que no hay fruta en la tierra
como la del camposanto.
Callo, y entiendo, y me quito
la pompa del rimador:
cuelgo de un árbol marchito
mi muceta de doctor.
Si ves un monte de espumas,
es mi verso lo que ves:
mi verso es un monte, y es
un abanico de plumas..
Mi
verso es como un puñal
que por el puño echa flor:
mi verso es un surtidor
que da un agua de coral.
Mi verso es de un verde claro
y de un carmín encendido:
mi verso es un ciervo herido
que busca en el monte amparo.
Mi verso al valiente agrada:
mi verso, breve y sincero,
es del vigor del acero
con que se funde la espada.
.
Autor:
José Martí, cubano
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